Cada vez estamos más acostumbrados a leer en las etiquetas el conocido “Made in China”. Algo que nos invade en cualquier aspecto de nuestra vida, desde la alimentación hasta la locomoción. Desde el textil a productos manufacturados. En un mundo cada vez más globalizado estamos perdiendo la esencia de ser nosotros mismos y la estamos cambiando drásticamente. Hemos llegado a un punto que parece que todo lo que viene de fuera tiene un valor mayor que lo que se produce en nuestro país.
Este cambio que podría suponer en principio un avance, ya que es la consecuencia directa de la evolución, del desarrollo y de la mejora de las comunicaciones, viene como un regalo envenenado. Hoy, acostumbrados a importar casi todo lo que se vende en nuestro país, nos encontramos con un terrible problema añadido, los costes cada vez más elevados de traer esas mercancías del exterior.
Nos referimos a los llamados fletes que no es otra cosa que lo que pagamos por el desplazamiento de una carga en un medio de transporte. Es decir, lo que cuesta traerlo del país de destino a España para la posterior venta. Para hacernos una idea, el incremento de este transporte en el último año ha sido de un 3.000%. En cifras concretas, en junio de 2020 traer un contenedor desde Asia a España costaba entre 1.583 y 2.000 dólares. Hoy, 13 meses después, cuesta entre 10.361 dólares y 12.000. Un incremento desmesurado, desproporcionado y peligroso para la economía de nuestro país.
Entre las razones que se barajan indudablemente está el comodín de todos los males, el Covid, o la excusa de todo lo que ocurre desde el pasado mes de marzo. Además de ello, también influyó el bloqueo temporal ocurrido en el Canal de Suez a finales de marzo cuando encalló un buque que tuvo paralizado el comercio marítimo durante varios días. Las consecuencias no se hicieron esperar. Hoy cuesta 3.000 veces más traer las mercancías del exterior y, como siempre, ese incremento acaba repercutiendo en las ventas, en el consumidor final, que es quien asume los vaivenes en la política comercial internacional.
Además de ello, tenemos la segunda de las incongruencias. Se ha puesto de moda, y con razón, la sostenibilidad, el medio ambiente, la protección del entorno y ser 100 x 100 eco por el bien de las generaciones futuras. Hablamos de sostenibilidad, sí, pero todos los esfuerzos caen en saco roto con el transporte de mercancías de un continente a otro. Ya no solo es el coste desmesurado que supone, es la huella de carbono que deja a su paso por el mar desde Asia hasta la costa española.
El medio ambiente está recibiendo la peor parte. El combustible que se utiliza en los barcos, aviones y camiones que transportan las mercancías están dejando una terrible huella medioambiental en el planeta consecuencia directa del cambio climático que se está produciendo en las últimas décadas. No tiene sentido que gobiernos enteros se esfuercen en ser “eco friendly” si luego se permite esta expulsión de gases contaminantes por mares y océanos.
Por todo ello, desde Decoraciones EGEA apostamos por la producción nacional, o incluso europea. Formamos parte de una unión monetaria con políticas europeas comunes, incidamos pues en reindustrializar Europa, España y Baleares. Compremos a menor distancia y aprendamos a abastecernos con la producción local porque, si de verdad queremos ser sostenibles, debemos incidir en la producción, en la compra y en la exportación e importación de productos a 1.000 kilómetros y no a 10.000. Démosle una oportunidad a empresas de aquí, favorezcamos el trabajo de los de aquí y generemos riqueza en nuestro entorno.